Empezamos preparando la base, trituramos la galleta si tienes algún robot nos ayudamos con él, en mi caso con la thermomix (Ponemos las galletas en el vaso y triturarlas 10 seg. V5-10) y si no es muy sencillo, metiéndolas dentro de una bolsa de congelar mismamente y las golpeamos con cualquier objeto como con un rodillo, el fin es hacer polvillo las galletas.
Agregar las mantequilla (mejor a temperatura ambiente) y mezclamos, debe quedarnos como una textura de arena mojada (si lo hacemos en la thermomix 5 seg. V5).
Cubrimos la base de un molde desmontable, estas cantidades son para un molde de aproximadamente 23 cm al que previamente habremos colocado papel de cocina en la base y habremos untado con un poco de mantequilla, echamos la mezcla de galleta con mantequilla y la distribuimos bien, presionando al mismo tiempo, una vez tengamos el molde cubierto, lo introducimos en la nevera mientras preparamos la crema de la tarta.
Ponemos a derretir el chocolate a fuego lento, añadimos la leche, el queso, azúcar, el sobre de cuajada y batimos bien. Ponemos en un cazo, removiendo hasta que empiece a hervir y retiramos. (En Thermomix, se echan todos los ingredientes en el vaso y se programa 7 minutos, 90º, velocidad 5).
Vertemos sobre la galleta y rápidamente colocamos las uvas sobre la crema.
Reservamos dentro de la nevera durante una hora.
Hidratamos la gelatina en agua fría.
Mientra ponemos el azúcar y el agua al fuego, llevamos a ebullición y dejar hervir unos minutos, en mi caso unos 8 minutos, hay que obtener un almíbar ligero.
Retiramos del fuego, añadimos el vino moscatel y las hojas de gelatina escurridas y removemos hasta que esté todo disuelto.
Dejamos templar unos minutos y verter con cuidado sobre las uvas.
Se deja cuajar en el frigorífico como mínimo durante otra hora.
Esta tarta es una de esas recetas que no te cansas de repetirla, porque sabes que dónde va triunfa.
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